FAQ

Preguntas frecuentes sobre el uso de nuestros productos

Hierro forjado

El óxido es el resultado de una reacción, que suele darse en ambientes especialmente húmedos, entre las moléculas de hierro y las moléculas de oxígeno del aire y otros componentes naturales. El óxido puede provocar, si no se elimina, un deterioro progresivo del hierro hasta, en casos extremos de abandono real, la rotura total del artículo. El óxido se presenta con un color rojizo.

La aparición del óxido aumenta en entornos en los que pueden producirse determinados fenómenos, como la lluvia ácida, provocada por contaminantes que disminuyen el pH natural del agua de lluvia, la llamada niebla salina que se produce cerca de lugares costeros, o los gases corrosivos producidos por zonas industriales. Por último, tampoco habría que tener en cuenta las posibles fugas de corriente provocadas por los motores de apertura y cierre de las puertas automáticas.

Para evitar la aparición de óxido en un herraje, basta con seguir unas sencillas reglas:

  • evitar el contacto con el agua
  • en caso de contacto con el agua, seque la superficie lo antes posible
  • no provocar arañazos en la superficie: esa grieta se convertiría en un depósito de contaminantes
  • si hay piezas móviles (por ejemplo, bisagras, pernos, tiradores de hierro, etc.): lubríquelas periódicamente, preferiblemente con grasa que tenga poder hidrófugo. La falta de lubricación crearía una fricción que haría el hierro vulnerable a todos los agentes corrosivos.

La primera operación que debe realizarse es evaluar el alcance de los daños causados por el óxido, comprobando especialmente determinados puntos críticos: bordes, Unións, puntos de soldadura, puntos de encuentro de elementos ornamentales, donde el agua puede estancarse con mayor facilidad.

A veces, si el fenómeno se manifiesta sólo superficialmente en las partes lisas, puede bastar con limpiar con decisión con un paño seco.
En todos los demás casos, es necesario intervenir de forma más específica, utilizando, por orden de gravedad del daño, teniendo cuidado de utilizar protección para todas las manos (guantes) y para los ojos (gafas):

  • papel de lija
  • cepillo de alambre
  • cepillo giratorio (accesorio específico para taladros)

En los casos más comprometidos, se recurre al chorro de arena, que es una operación que se realiza exclusivamente a nivel industrial en salas herméticamente cerradas, ya que consiste en un chorro de arena propulsado por aire comprimido que elimina la capa superficial del metal.

El método más práctico para prevenir la aparición de óxido en un herraje es aislar el metal de los agentes que pueden atacarlo oxidándolo. Lo más sencillo y fácil es recubrir el hierro limpio con una capa de pintura antioxidante que puede aplicarse con un bote de spray, brocha, compresor de aire y pistola o rodillo.

Muy eficaz para eliminar las manchas residuales de óxido que quedan tras la limpieza y prevenir su formación es el convertidor de óxido -ahora también disponible en diferentes colores-, que suele estar basado en resinas sintéticas dispersas en agua, por lo que es de baja toxicidad y, por tanto, también puede utilizarse en ambientes poco ventilados, a la venta en cualquier ferretería o tienda de pinturas. Estas resinas reaccionan químicamente con el óxido, neutralizándolo. La elección de la técnica depende de la superficie a tratar.

La solución más eficaz y duradera es, sin duda, la aplicación de una capa muy fina de metal inoxidable como el zinc. Sin embargo, esta operación se recomienda para objetos de cierto tamaño, ya que debe ser realizada a escala industrial por empresas especializadas equipadas con grandes cubas en las que el objeto debe sumergirse en zinc fundido.

Si quiere evitar el uso de productos sintéticos para limpiar su hierro, podemos darle algunos consejos:

  • puede ser suficiente, para una limpieza suave del hierro forjado, diluir jabón neutro o jabón de fregar en un cubo lleno de agua (proporción de 15 ml por litro de agua), evitando el uso de productos que contengan cloro.
  • o puede utilizar vinagre de vino blanco en lugar de jabón (proporción: un vaso por cada 2 litros de agua).

Con una esponja o paño, pasar por toda la superficie a limpiar hasta eliminar completamente la suciedad. Con otro paño, aclarar con agua limpia. Por último, secar con mucho cuidado, eliminando todo rastro de humedad.

La periodicidad en el mantenimiento de un artículo de hierro debe realizarse en función del tipo de acabado y de su ubicación: interior o exterior. En un interior, si el hierro es bruto, sin pintar (no recomendable en un exterior), el mantenimiento debe ser constante y como mínimo semanal.

Si, por el contrario, el hierro está pintado, basta con retirar mensualmente el polvo y todo lo que pueda provocar óxido.

Para decidir cuál es el tipo de acabado «ideal» para el hierro, es fundamental establecer el destino final del producto, su ubicación y su función.

En un interior, para elementos de uso cotidiano, como pasamanos, es posible mantenerlo simplemente en bruto, cuidando de limpiarlo periódicamente. Si, por el contrario, se desea dar al hierro cierta protección conservando el encanto del hierro en bruto, es aconsejable (y recomendable) darle un acabado con cera de abejas, que garantiza un efecto natural al tiempo que evita la formación de óxido. En este caso, el mantenimiento puede realizarse una o dos veces al año, retocando la capa de cera Otra solución más duradera es la aplicación de un barniz mate transparente. Para exteriores, se recomienda que, antes de decidir el tipo de acabado, el artículo se someta a un tratamiento anticorrosión, mediante la aplicación de una capa de pintura antioxidante o convertidor de óxido, tras lo cual se puede pintar (al menos dos capas) en los colores y tonos que mejor se adapten al gusto de cada uno. Existen varias técnicas de pintura: pintura con brocha o rodillo, pulverización con pistola conectada a un compresor de aire. A nivel industrial, se puede optar por el recubrimiento en polvo, en el que la pintura, reducida a arena muy fina, se adhiere al hierro con ayuda de fuerzas electrostáticas. Al final de esta operación, la pieza se calienta a una temperatura superior a 120°C para que las resinas contenidas en las partículas de pintura se reticulen.

Es posible utilizar los tipos comunes de pincel disponibles en el mercado, teniendo cuidado de elegir el adecuado según el tipo de artículo
a pintar. Se utilizan

  • Pincel redondo – para pintar partes irregulares (frisos, flores, hojas, etc.)
  • Pincel plano – para pintar superficies bastante grandes
  • Pincel de codo: para pintar partes de difícil acceso.
  • Pincel pequeño – para retoques o efectos especiales

Sin embargo, antes de iniciar cualquier operación de soldadura, que debe realizarse en un lugar bien ventilado para dispersar los gases y humos tóxicos resultantes del proceso, es necesario asegurarse de que se toman todas las precauciones de seguridad:

  • llevar un delantal ignífugo y a prueba de virutas
  • llevar guantes aislantes
  • llevar una máscara de soldadura (¡precaución! No suelde sin protegerse los ojos con una máscara; la radiación ultravioleta de la soldadura puede dañar la vista)
  • estribo aislante
  • gafas de trabajo transparentes para las fases posteriores de acabado.

Existen dos tipos de soldadura: soldadura con hilo continuo o soldadura con electrodo.
Antes de empezar, hay que asegurarse de que las piezas que se van a unir están limpias de óxido, grasa, arena u otras impurezas.
La soldadura alcanza temperaturas de hasta 3000° / 3500° C. Estas altas temperaturas funden el metal base de las dos piezas, creando una pequeña cavidad en la que se coloca el metal fundido del hilo – electrodo, formando así un solo cuerpo.
El avance de la soldadura debe ser suave y uniforme en toda la longitud de la soldadura. En superficies planas, el avance es más o menos en zig-zag, según las necesidades. Una vez finalizada la fase de soldadura, es necesario pasar a la fase de amolado para eliminar el material sobrante depositado por la operación a

Para renovar una barandilla, una valla o una verja ya instaladas, se pueden encontrar en el mercado elementos (rizos, lanzas, etc.) que pueden introducirse en los herrajes existentes. Estos elementos pueden aplicarse con un simple punto de soldadura o utilizando la cantidad adecuada de cola metálica de dos componentes. Véase el ejemplo siguiente.

Acero inoxidable

A la hora de diseñar los espacios interiores y exteriores de la vivienda, es necesario prestar mucha atención al diseño, a los colores, pero sobre todo a la elección de los materiales que compondrán los parapetos y barandillas de escaleras y terrazas, tanto interiores como exteriores. Por lo tanto, es necesario definir lo mejor posible cuáles son las necesidades y los requisitos, tanto personales como de los espacios circundantes.

Por lo tanto, es aconsejable tener una idea clara de cómo elegir el material adecuado para barandillas y parapetos, obteniendo así el mejor rendimiento y creasdo un diseño armonioso con el entorno, Sin duda, el acero es un material perfecto para ello. Además, es ecológico, inoxidable y 100% reciclable.

El acero inoxidable es un material que se impone cada vez más en el interior y el exterior de los espacios residenciales y de trabajo, la solución perfecta, moderna y contemporánea para aportar estilo y diseño a todos los ambientes cotidianos. Hasta hace poco, su aplicación se limitaba al mundo industrial, especialmente a los sectores náutico y alimentario, ya que allí fallaban otros materiales y se premiaba al acero inoxidable, conocido en cambio por sus características técnicas de resistencia y durabilidad. Visitando viviendas o centros comerciales podemos ver diferentes tipos de barandillas de acero, muy utilizadas para escaleras y entreplantas o para completar elegantes balaustradas sin renunciar al estilo y la clase.

Se crean así nuevos ambientes de gusto minimalista y espacios que explotan la esencialidad de este material para adquirir prestigio y buen gusto de forma discreta y refinada. Una de las mayores ventajas es la posibilidad de utilizar barandillas de acero también para exteriores. Brillantes y plateadas, destacan por su color espejado y son capaces de crear un agradable flujo de continuidad entre las distintas estancias sin perder nunca su aspecto original.

Este material, tratado para convertirlo en inoxidable, no se oxida y resulta práctico y fácil de trabajar. Fabricado a partir de una aleación de hierro y carbono, crea un producto resistente a las altas temperaturas y a la corrosión y requiere muy poco mantenimiento. De hecho, todo lo que necesita para limpiar la barandilla de acero inoxidable es un paño húmedo y una pequeña cantidad de jabón detergente neutro.

El diseño y la imagen estética de las barandillas de acero inoxidable están pensados para responder con prontitud a las necesidades y exigencias arquitectónicas del hombre moderno. Pueden servir de ayuda a las escaleras de mampostería o casar con elegancia con un antepecho o una balaustrada de protección. Limpia, sencilla y lineal, la barandilla de acero es el elemento ideal para conformar con gusto todo el mobiliario de la casa, ya que dialoga muy bien con diferentes estilos.

La solución de acero es fácil y rápida de instalar gracias a los diferentes kits aptos para el bricolaje, estructurados con maderas tubulares que se unen fácilmente sin necesidad de soldaduras ni mecanizados especiales, adaptándose con gusto a cualquier tipo de ángulo de la escalera o de la pared.

La evolución tecnológica ha permitido el crecimiento de nuevas soluciones y nuevos materiales, y ha permitido que la elección de las barandillas para escaleras, tanto internas como externas, no sea sólo un elemento de necesidad, sino que se convierta en un elemento de diseño, nunca trivial, que debe elegirse con el máximo cuidado, poniendo en su justa medida diseño y seguridad.

El acero inoxidable AISI304 o AISI316 es un material resistente a la intemperie, pero requiere limpieza. En aplicaciones exteriores, por lo general será importante limpiar las superficies con la misma frecuencia que se limpian las ventanas y los cristales. Más concretamente: AISI304 y acabado satinado cada 3-4 meses dependiendo de las condiciones locales. AISI316 y acabado satinado, cada 1-2 meses.

En aplicaciones montadas en interior, tanto para AISI304 como para AISI316 y, es suficiente la limpieza normal del polvo o con productos especiales. Lavado con agua y jabón, aclarado abundante y secado cuidadoso con un paño suelen ser suficientes. (Es necesario secar bien para evitar manchas causadas por la cal del agua). La limpieza con productos desengrasantes específicos, no ácidos y no abrasivos, disponibles en el mercado, es aconsejable al menos una vez al año para el exterior y aproximadamente cada dos años para el interior, aunque deben utilizarse si aparecen manchas de óxido.

Los modelos del mercado están diseñados con dos tipos de metal diferentes: AISI 304 y AISI 316. Surge la pregunta: ¿qué acero para barandillas es el más adecuado para su hogar? En ambos casos, de hecho, estamos hablando de materiales de primera elección, con algunas diferencias que hacen preferible una opción u otra en función del uso y posicionamiento que se pretenda hacer de ellos. Así que vamos a ver, junto con nuestros expertos, qué acero para barandillas es mejor para sus necesidades entre los tipos 304 y 316

Las diferencias entre las barandillas de acero 304 y 316.
Empecemos diciendo que ambos tipos tienen la protección indispensable contra los agentes atmosféricos: una fina capa de cromo que defiende la aleación y se regenera en contacto con el oxígeno del agua y del aire. Gracias a esta finísima capa, todas las variantes de barandillas de acero consiguen mantenerse perfectas y brillantes incluso varios años después de su instalación.

Las siglas AISI utilizadas para designar los materiales más comunes indican precisamente la propiedad específica del metal de ser inoxidable, condición especialmente apreciada por el menor mantenimiento que requiere. Dentro de esta clasificación, las variantes 304 y 316 son sin duda las más utilizadas. Ambas están formadas por una aleación que incluye, además de un componente de cromo del 18%, un pequeño porcentaje de níquel, normalmente en torno al 8%. Por esta razón y por su capacidad antioxidante, los dos metales se denominan austeníticos.

A diferencia del AISI 304, el 316 también contiene una pequeña cantidad de molibdeno, cuantificable entre el 2 y el 3%. Debido a la presencia de este elemento, la estructura tiene mayor resistencia tanto al aire como al agua. Por eso, las estructuras 316 son preferibles en entornos donde la intemperie es más pronunciada. Es el caso, por ejemplo, de los lugares costeros, debido a la elevada concentración de sal presente. Por la misma razón, es la solución más adecuada en lugares sometidos a frecuentes heladas nocturnas y, por tanto, interesados en la propagación de la sal. El modelo 304, en cambio, es apropiado para ubicaciones interiores y, en cualquier caso, entornos con una baja concentración de sal.

El primer elemento muy importante a tener en cuenta es la fijación, que puede ser De suelo o lateral.

Elegir una barandilla de acero con fijación al suelo es la opción más clásica, adecuada para cualquier tipo de entorno. En este caso, la placa del poste se fija directamente a la superficie del balcón o entresuelo. Se trata de una solución extremadamente segura y versátil, adecuada para todos los entornos.

La fijación lateral confiere a la placa horizontal un aspecto muy original. En este caso, la placa vertical se fija a la superficie vertical. Esta opción permite optimizar el espacio útil del balcón, con una balaustrada que sobresale hacia el exterior.

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